Emprendedor, libre y en busca del próximo reto
Hace poco hice un test sobre anclas de carrera. Al principio parecía uno más, pero cuando terminé y vi mis resultados, fue como si alguien hubiese descrito perfectamente lo que me mueve por dentro.
Mis tres anclas más fuertes fueron: Creatividad Empresarial (CE), Autonomía/Independencia (AI) y Desafío (D). Y sí, todo eso soy yo.
Me gusta crear cosas desde cero
Lo que más me identifica es la necesidad de crear algo propio. No me veo toda la vida siguiendo instrucciones o cumpliendo rutinas de oficina. Me motiva pensar, armar, construir proyectos desde la nada. La idea de inventar algo nuevo, de dejar una marca con lo que hago, me llena.
No se trata solo de hacer dinero (aunque también importa), sino de ver cómo una idea se transforma en algo real. Ese proceso es mi combustible. Cuando algo ya está armado y solo queda mantenerlo… me aburro. Necesito el caos inicial, los desafíos, los errores y las decisiones rápidas.
Quiero libertad para trabajar a mi manera
También me di cuenta de lo importante que es para mí la autonomía. Me cuesta funcionar en estructuras muy cerradas, con horarios fijos y reglas estrictas. Prefiero mil veces trabajar por proyectos, con objetivos claros pero libertad total para llegar a ellos como yo elija.
Valoro tener mi espacio, mis tiempos, y sobre todo, que confíen en mi forma de hacer las cosas. No es que no sepa trabajar en equipo, pero sí necesito sentir que tengo control sobre lo que hago.
Y si no hay desafío, pierdo el interés
Otra cosa clave: necesito desafíos constantes. Si algo es fácil, repetitivo o ya no me exige aprender o superarme, simplemente dejo de disfrutarlo. Me gusta resolver problemas complejos, enfrentar lo desconocido, tomar decisiones importantes. Incluso me siento cómodo en el riesgo.
Por eso, los momentos más emocionantes de mi carrera siempre estuvieron ligados a retos: lanzar un producto, resolver una crisis, tomar una decisión que nadie quería tomar. Ahí es donde me activo de verdad.
¿Qué significa todo esto para mí?
Que mi camino no es el típico. No me motiva la estabilidad ni la jerarquía tradicional. Tampoco busco solo un buen sueldo o un puesto bonito. Lo que busco es libertad para crear, espacio para decidir, y desafíos que me obliguen a dar lo mejor de mí.
Sé que no es un camino fácil. Requiere mucha iniciativa, tolerancia al fracaso y un poco de locura. Pero también es el único que realmente me hace sentir vivo.
Así que, si tengo que elegir cómo quiero trabajar, lo tengo claro: quiero ser protagonista de mis proyectos, no un engranaje más en una máquina que no construí.