Bitácora de Reflexión – Poder, Autoridad e Influencia
Tras leer el capítulo de Robbins, entendí que el poder, más allá de una posición jerárquica, es la capacidad de influir en el comportamiento de otros, incluso sin ejercer esa influencia directamente. Me pareció especialmente interesante que el poder sea definido como potencial y no como una acción necesariamente activa. Esta idea me resonó bastante porque en mi experiencia personal y profesional, he visto cómo el simple hecho de tener algo que los demás necesitan —información, contactos, una herramienta o una oportunidad— genera influencia, aunque no la impongas.
Una de las ideas centrales es que el poder se basa en la dependencia: quien depende menos, tiene más libertad, y quien depende más, se vuelve vulnerable. Esto me hizo pensar en cómo intento siempre diversificar mis opciones y recursos, tanto en mis proyectos como en mis decisiones personales. Buscar independencia financiera, habilidades valiosas, y relaciones sanas es en parte una forma de evitar quedar atrapado en relaciones de poder desequilibradas.
En mi rol actual como coordinador de equipos de influencer marketing y crecimiento para apps, el poder formal es casi inexistente, ya que no tengo autoridad legal o jerárquica sobre los creadores o colaboradores. Sin embargo, trabajo constantemente con poderes de recompensa (bonos, pagos por performance) y también, en muchos casos, con poder referente, cuando la otra persona se siente identificada con la visión del proyecto o valora el trato humano que ofrecemos. Me doy cuenta de que cuando hay admiración o respeto mutuo, la influencia es más fuerte y más estable, y el trabajo fluye mejor.
También reflexioné sobre el poder del experto, algo que valoro cada vez más. En el mundo de la ingeniería y del emprendimiento digital, la especialización técnica o el conocimiento profundo de un área específica te convierte en un actor clave dentro de un equipo. Me ha pasado que, incluso sin estar a cargo, cuando domino una herramienta o tengo claridad en una estrategia, mi opinión adquiere un peso natural. Esto me impulsa a seguir aprendiendo y desarrollando competencias únicas, que me den más capacidad de acción y negociación.
Por otro lado, me llamó la atención la diferencia entre poder y liderazgo. Mientras el poder no necesita que las metas entre las partes estén alineadas, el liderazgo sí requiere una cierta coincidencia de objetivos. Esto me hizo pensar en cómo quiero ejercer influencia: no desde la imposición ni desde el miedo, sino desde el ejemplo, el trabajo bien hecho, y el entendimiento mutuo. La consulta y la persuasión racional son tácticas que ya uso intuitivamente, pero ahora entiendo su valor estratégico.
Finalmente, esta lectura me dejó pensando en cómo las tácticas de poder pueden adaptarse a diferentes direcciones (hacia arriba, hacia abajo o en horizontal), y cómo elegir bien la táctica depende del contexto y del tipo de relación. Me doy cuenta de que la habilidad de influir no es solo una ventaja profesional, sino una responsabilidad: cómo usás ese poder define tu ética y el impacto que generás en los demás.